lunes, 17 de octubre de 2011

Mente inmedible

"[...] eso es lo que dicen los médicos, por eso te han prescrito estas píldoras, es un psicofármaco muy ligero, nada especial, una simple ayuda. El viejo lo miró con una expresión que le pareció de conmiseración, tal vez hubiera un tono irónico en su voz. Ayudar, dijo, claro, naturalmente, ayudar, lo que sea que esa gente pretende es abrillantarte la memoria como un espejo, ésa es la cuestión, que pueda funcionar no como ella quiere sino como quieren ellos, que deje de obedecerse a sí misma, a su propia naturaleza, que no es de forma geométrica, la memoria no puedes representarla como un precioso dibujito geométrico, adquiere la forma que más le place según el momento, según el tiempo, según quién sabe qué, y ellos, esos doctorcitos, pretenden trigonometrizártela, ésa es la palabra adecuada, de modo que resulte perfectamente medible, como un dado, por ejemplo, eso les conforta, un dado tiene seis caras, le vas dando vueltas y ves todas las caras, ¿tú crees que la memoria es un dado? [...]"

El tiempo envejece deprisa - Antonio Tabucchi

martes, 11 de octubre de 2011

Las horas perdidas


Que pena las horas perdidas que dimos de ventaja, 
 las copas vacias, mentiras sin barajas, 
 que tus cosas, que las mías y al fin llevarnos nada. 

Que pena los pasos en vano, 
dejándonos de lado los bares abiertos 
que no nos acordamos, la lluvia sin chapa, los mapas alambrados. 

Pero que pena las azucenas en la ventana, 
que pena todo, que pena nada, 
que pena el oro que no brillaba, 
lo que queríamos ser de grandes, 
lo que volvimos enloquecidos, tan negociables. 

Que pena las noches aquellas mirando las estrellas, 
siguiendo las huellas de una riqueza absurda, 
que pena no haber nunca perdido la cabeza.

Que pena los dias gastados, a cuenta del futuro
tomándonos puro el vino rebajado, 
que pena haber fallado estando tan seguros. 

 Pero que pena las azucenas en la ventana, 
que pena todo, que pena nada, 
que pena el oro que no brillaba, 
lo que queriamos ser de grandes, 
lo que volvimos enloquecidos, tan negociables. 

Que pena los 5 minutos que nunca nos tomamos, 
hoteles de paso por los que no pasamos, 
que pena tanta cama y llegar siempre cansados. 

Que pena los sueños corrientes que nunca nos contamos, 
los viajes separados, las flores en septiembre, 
que pena haber estado tan pendientes de lo urgente. 

Pero que pena las azucenas en la ventana, 
que pena todo, que pena nada, 
que pena el oro que no brillaba, 
lo que queriamos ser de grandes, 
lo que volvimos enloquecidos, tan negociables. 

Pero que pena las azucenas en la ventana, 
que pena todo, que pena nada, 
que pena el oro que no brillaba, 
lo que queriamos ser de grandes, 
lo que volvimos como cretinos, tan negociables.

Zambayonny