martes, 28 de diciembre de 2010

La pesadilla


Yo soñé que papa noel desbarrancaba el trineo
Y se iba a cabaretear para navidad con un coche nuevo

Soñé que los reyes magos, peleados por una mina,
Dejaban a los camellos abandonados en una esquina

Yo soñé que San Antonio, cansado de hacer favores,
Se machaba con ginebra para olvidar sus penas de amores

Ay, ay, ay, ay, qué pesadilla, mamá, no me dejes solo!

Soñé que yo iba a la cancha y no había más choripanes
Que cuatro viejos echaban a Maradona de los mundiales

Soñé que te ibas muy lejos, que ya no podía verte
Soñé que haciendo el amor uno se podía contagiar de muerte

Soñé que San Cayetano junaba contento el mundo
Porque el día que todos trabajen él va a tener que buscar laburo

Ay, ay, ay, ay, qué pesadilla, mamá, no me dejes solo!

Soñé con el cuco malo, soñé con la telesita
Soñé con 300 cruces que están clavadas en unas islas

Soñé que el niño jesús tenía frío en las patas
Y soñé que el vaticano estaba repleto de oro y de plata

Soñé al hombre de la bolsa que había venido a llevarme
Y que en el país de las vacas ´taba muy caro el kilo de carne

Ay, ay, ay, ay, qué pesadilla, mamá, no me dejes solo!

La Guardia Hereje

lunes, 27 de diciembre de 2010

La mañana del mañana


Una mañana me estrellé con el mañana
como quien cae de la cama somnoliento
sin aliento, el peine surcaba la calva.
Las zanjas en mi frente como un pentagrama
que la vida se encargó de componer

Ahora el espejo me devuelve corrugado
¿Qué habrá pasado con el flaco algo volado que pensaba
que todo podía ser?
Vendrá algún nieto que se siente en mis rodillas
y una abuela, que hasta ayer fue mi mujer

Hoy, pregunto quien soy
Ay! ¿Qué me hizo el destino?
¿Tan confundido entre la niebla habré crecido
que ni cuenta me di para donde voy?

Escuchando al pelado, como el nono a Goyeneche
oigo el silbato del expreso al paraíso
Que espere un rato, estoy buscando las maletas
o a ver si alguien se apiada y me despierta

Por que hoy, pregunto quien soy
Ay! ¿Qué me hizo el destino?
¿Tan confundido entre la niebla habré crecido
que ni cuenta me di para donde voy?

Los pantalones fueron subiendo por la cintura
y a la cordura le saltaron los tapones
Lo que tenía claro de pronto se enturbia
pero nunca sentí el hachazo en los talones.

Por que hoy, pregunto quien soy
Ay! ¿Qué me hizo el destino?
¿Tan confundido entre la niebla habré crecido
que ni cuenta me di para donde voy?

Pampa Yakuza

lunes, 20 de diciembre de 2010

Metrosexual!

"Y es que tiempo atrás existían las horas pico y las normales. Las primeras, las de entrada y salida del trabajo en días laborales, y las segundas para el resto de los horarios y de las jornadas. Ahora las horas normales han pasado a ser horas pico y éstas fueron reemplazadas por las de sexo metroviario, por que en ellas la promiscuidad involuntaria que determina el amontonamiento de pasajeros lleva a producir una mezcla -algunas veces agradables y otras repugnantes- de genitales, culos, senos y otras partes del cuerpo de los pasajeros, sin que uno pueda elegir con quién practicarlo. "

Chamuyos (Mario Boero)

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Esperar


Wait! wait! wait

Esperando que alguien llame para hablarte de algo.
Esperando que alguien haga algo.
Lo único que haces es esperar que pase algo.
Pero no haces nada, nada mas que:

Esperar, es esperar.
Esperar desesperar.

Esperando que alguien llame o haga algo que te ayude.
A que alguien venga y te hable y que te entienda.
Lo único que haces es esperar que pase algo.
Pero no haces nada, nada mas que:

Esperar, es esperar.
Esperar desesperar.

Nunca dije que te quise pero te quise mentir
diciéndote algo bueno que te duela, que te duela.
Nunca dije que te quise pero te quise mentir
diciéndote algo bueno que te duela, que te duela.

Esperar, es esperar.
Esperar desesperar.

Esperando que alguien llame para hablarte de algo.
Esperando que alguien haga algo.
Lo único que haces es esperar que pase algo.
Pero no haces nada, nada mas que:

Esperar es esperar.
Esperar desesperar.

wait! wait! wait!

Árbol (Chapusongs)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Las cartas de amor

Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores, casi siempre por casualidad. Por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito... A ellos lo que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio a ella sentada en la mesa del café, radiante. Asi que, harto de esperar, no se cortó un pelo y dijo:

- Ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión.

Se acercó a la mesa y dijo:

- ¿Me permite?

- Por supuesto...

Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real. Por lo general cuando dices:

- ¿Me permites?

dicen

- ¿De qué?

A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe. Habrá que inventar otra historia en la que ella le dice “¿De qué?”. En este caso ella lo invito a él para que se sentara. Y claro, no había de qué hablar.

- ¿Y qué lees?

Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo y ya... mal, empezamos mal, muy mal... por ahí no...

- Pues bonito día.

No, pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo:

- Sí, la verdad es que... hace un bonito día.

Y aunque no lo hiciera. Poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira... que si era escritor... Luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino mas tarde, cuando ya se conocían más. Cuando pasaron del café a la habana con coca-cola...

Por entonces ya estaban descubriendo que tenían mas afinidades de las que pensaban al principio, y compartían gustos cinematográficos. Por eso él le dijo:

- Oye, y si vamos a ver esta... ¿has visto "La vida es bella"?

- No.

- ¿Oye quedamos el fin de semana y vamos?

- Vale.

Y aquel fin de semana, yo no se muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que él rompía a llorar en cada escena en la que salía el chaval pequeño. Esto a ella le enterneció. Yo quiero pensar que era de verdad.

Resulta que coincidían en mas gustos, y también en lo musical, y le dijo:

- Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano.

- ¿Ismael qué?

- ¿Pero a ti te gustan los cantautores?

- Los de verdad...

Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues... se atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo. Quizá más por aquello de llorar con "La vida es bella"...

Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que esta perdidamente enamorado de ella. Y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios. No estoy muy seguro de lo que acabo de decir , pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:

- ¿Sabes? Creo que me tengo que ir durante un tiempo.

- Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida.

- No te preocupes porque yo estaré esperando el día en que vuelva para retomar contigo este camino que emprendimos. Además, cada quince días puntualmente, te mandaré una carta en la que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te hecho de menos, y lo poco que nos falta para vernos.

Él dijo que bueno, que vale, ...

- Pero que si no te vas casi mejor, ¿no?

Pero se fue...

Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenia remedio y que estaba perdidamente enamorado. Que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era cierto aquello de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera vista existen. Bueno,... ¿es que acaso hay otros?.

A los quince días puntualmente llego la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de "te hecho de menos". Él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, ... y las cartas se iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver. Esperar esa carta en la que ella le diría que volvía.

Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían el la casa. Se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que mas quería. Y así pasaron creo que diez años, quince,... no me acuerdo.

Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir. Y al decimoquinto día él se encontró el buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, releyendo las cartas que ella le había escrito con tanto cariño. Aquellas cartas eran su mayor tesoro.

Un día él salió de casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debía esconder algún gran tesoro, grandes riquezas, que realmente no eran. Y se llevaron la caja fuerte.

Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que le han robado lo que él mas quería, lo que le hacia sentirse vivo algunas tardes de domingo cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas -quién sabe si falsas- de aquella mujer.

Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor, declaraciones imposibles. Hombre, el jefe de los ladrones... se enfado un poquito, porque la caja pesaba, y llevarla hasta la guarida no era 'moco de pavo'.

Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido sin saber ya qué hacer.

El jefe ladrón dijo que con aquellas cartas lo que había que hacer era tirarlas al río o bien quemarlas, lo que fuera pero que desaparecieran de inmediato. Pero el mas joven de los ladrones era mas bueno, y se le ocurrió una gran idea.

Un día, nuestro hombre llego a casa después de estar buscando toda una tarde y al abrir el buzón... adivina lo que se encontró: una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las cartas, tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.

Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería la carta en la que ella diría:

- Pronto estaré allí.


Eduardo Galeano (Relatada por Ismael Serrano)

martes, 7 de diciembre de 2010

Felicidad





Ella estaba sola y bailaba.

Cuando allá afuera la tormenta y el frío derribaban los árboles y edificios, adentro, en su dormitorio, ella bailaba, cálida y hermosa, con sus mejillas ruborizadas, enamorada de vivir, balanceaba sus brazos al ritmo de un vals y, refugiándose en las paredes que la separaban del caos, sonreía.

Bailaba con sus ojos cerrados, feliz, libre e inquebrantable.

Deslizaba lentamente sus pies descalzos en la alfombra y giraba. Feliz y sin preocupaciones bailaba y sonreía.

De vez en cuando, cuando un relámpago invadía la luz tenue de su dormitorio, ella llevaba sus palmas lentamente a su pecho, siempre al ritmo del vals, e improvisaba un nuevo giro. Un giro que desplegaba su vestido como un remolino de flores.

Sus negros cabellos bailaban también y afuera todo se derrumbaba. Pero ella no se preocupaba. No le importaba. Ignoraba todo aquello que podría dañarla, no por ignorancia sino por que ni siquiera pensaba en ello. Sólo se concentraba en su felicidad, en su baile, en su sonrisa, en sus giros perfectos, en el perfume que brotaba de los jazmines sobre su escritorio, en la caricia de la alfombra entre sus dedos, en las frescas bocanadas de aire que respiraba y en la música suave que se entremezclaba con el viento de allá afuera.

Y, sin perder el equilibrio, bailaba. Estaba sola y bailaba.

Giancarlo Sereni - 7/12/2010

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Críticas

Tengo la cartera corta
Tengo la mirada absorta
En mi interior

Tengo un corazón apenas
Siempre me tragué las penas
Y lo peor

Tengo muy pocos amigos
Que de nada soy testigo
Oigo decir

Mis canciones son cerradas
Mis pasiones son erradas
Qué porvenir...

No me sobra simpatía
Ni me falta melancolía
Que canto mal

Voy ajeno por ahí
Sin patrimonio sin heridas
Elemental

Pocas veces doy un mimo
Al deporte no me arrimo
Qué cicatriz

Tengo la cabeza atada
Tengo la mira dañada
Que soy feliz

Fernando Cabrera