jueves, 27 de mayo de 2010

Las vueltas de la vida


Espero no te enfades
si es que acaso
leyeras estas líneas algún día
no es probable
pero uno nunca sabe
son inciertas las vueltas de la vida.

Tanto tiempo deseando tu deseo
tanto tiempo albergando la esperanza
de recibir algún guiño del destino:
que un buen día se encontraran nuestros pasos
y que tus ojos apuntaran a los míos.

Tanto tiempo perdido en ilusiones
tantas horas pergeñando fantasías
tanto creerme estar siempre en los umbrales
tanta vigilia y tantas decepciones
para llegar a un desenlace inapelable.

Que tu andar se fugara hacia otra senda
que tus alas se elevaran a otro cielo
y otros brazos estrecharan la fragancia
que yo apenas pude desear a la distancia.

Me dolió, no se cuanto vagué
desangelado te nombré en el delirio de la pena
vi tu rostro en mil rostros diferentes
y acepté la crueldad de mi condena.

Indescifrables, las vueltas de la vida
siempre intervienen y aún a pesar nuestro
nos someten a su imperio y a sus causas
y así como todo lo comienzan
imprevisibles y fugaces como rayos
del mismo modo, a su antojo, todo acaban.

Hoy te vi después de algunos años
pero en nada parecías ser aquella
que por las noches embriagaba mi tormento
sentí horror por no hallarte en mi memoria
y por la ridícula orfandad de mi nostalgia.

Pasé de largo venciendo la vergüenza
de que acaso pudieras recordarme
y como una broma absurda del destino
cometieras la torpeza de nombrarme.

Escapé de tu vista y tu recuerdo
me asilé en un café, escribí un poema
y ya aliviado, liberado, redimido
me reí de aquella vieja pesadilla
pero no mucho
porque uno nunca sabe
son inciertas las vueltas de la vida.

Roberto Andrés Gil


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